Este cortometraje refleja lo que
ocurre en la sociedad de hoy en día, la cual tiene un carácter demasiado consumista. Hace una crítica del consumo insaciable
(y poco reflexivo) por la novedad. La forma en que se extendieron
ciertos hábitos de consumo (en este caso de aplicaciones y de teléfonos)
que muchas veces nos hacen parecer como robots.
La tecnología se ha convertido en algo imprescindible en nuestras vidas hasta el punto de que hay gente que no puede vivir sin ella y existen jóvenes que sufren de
adicción al teléfono móvil o a los videojuegos.
Además en el cortometraje se hace
referencia a la obsolescencia programada, esa mezcla de mito y realidad donde las empresas fabrican productos con
una vida útil limitada para forzar a los consumidores a renovar/comprar
periódicamente sus productos y las actualizaciones de algunos dispositivos hasta que se lanza el aparato que los sustituye.
No se estropean por el hecho de
hacer un mal uso de ellos ni porque no puedan hacer que duren más
tiempo, sino porque a las empresas productoras de estos vienes no les
interesa que sus productos sean muy duraderos, así cuando el producto
llegue al fin de su vida útil debido a la obsolescencia programada, el
consumidor se verá obligado a buscarle un sustituto inmediatamente.
También se hace referencia a la
tendencia a la imitación que sostiene la sociedad actual, la cual se
mueve por "modas".
Finalmente se puede observar como el robot representa al ser humano al referirse a él como una máquina sin capacidad para pensar propia que se guía por instrucciones o por la imitación a los demás.
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